Un escritor de culto, de Gabriel Arriarán, es un innovador ensayo sobre el autor de Los rios profundos. Siguiendo a Nietzsche y a Mariátegui, quienes pensaban que había que poner toda la sangre en las ideas, se propone al pensamiento y a la literatura como cuestiones de vida o muerte; al riesgo y la lucha como el único posible reducto para la escritura. Ésta es también la crónica de un culto literario nacionalista organizado en torno a la figura de José María Arguedas en los ámbitos populares y académicos. El argumento que centralmente se defiende en este libro es que la puesta en escena del entierro de Arguedas por el Partido Comunista y su posterior exhumación por un grupo de regionalistas fanáticos demuestra que él sabía que la posibilidad de convertirse en un escritor de culto quedaba configurada en la propia decisión de matarse. La escritura de Gabriel Arriarán encarna una aguerrida liberación del confinamiento que supone la rígida división entre géneros y disciplinas; Un escritor de culto busca situarse en los intersticios entre la antropología y la literatura, sin decantarse definitivamente por un género en particular. En este análisis de la literatura como ritual y en la creación de la antropología como territorio literario conviven la no ficción y el ensayo, la etnografía y la crónica (y también la poesía), en un libro que en última instancia busca ser una hagiografía. Se presenta, a su vez, como una interpelación al patronazgo literario que todavía ejerce el «boom» latinoamericano, materializado en la imagen de Arguedas que Mario Vargas Llosa propaló en La utopia arcaica, a la que supone un audaz contrapunto. Sin exagerar, este libro marca un punto de inflexión en las letras dedicadas a Arguedas. Caerá como un carpetazo sobre la mesa de etnógrafos y escritores burocráticos o funcionales, y supondrá, para cualquier lector, un llamado a despertar de la modorra intelectual. La mesa está servida.