Instalado en su sillón Voltaire, y en medio del interminable naufragio de su existencia, Martín Romaña abre su «cuaderno rojo de navegación» y nos revela sus aventuras y desventuras con ese ser fantástico, «verdadero bálsamo de su soleras y desamparo», que es Octavia de Cádiz. Si en La vida exagerada de Martín Romaña, Alfredo Bryce Echenique había creado uno de los míticos personajes de la literatura latinoamericana, en El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz da vida a su extraordinaria contraparte femenina. El encuentro de estos amantes, su diálogo «tristísimo», constituye el núcleo de esta novela, una de las más aclamadas de su autor.