La noche del 5 de octubre del 2008, en el programa Cuarto Poder de América Televisión, detonó el mayor escándalo de corrupción de la primera década de este siglo. En una serie de conversaciones telefónicas grabadas a personajes vinculados con las más altas esferas del poder en el gobierno de Alan García, se revelaron negociaciones ilegales para adjudicar lotes petroleros a la compañía Discovery Petroleum. Personajes conocidos y otros que merecían conocerse, como Alberto Químper, Rómulo León y el dominicano Fortunato Canaán saltaron a la notoriedad; y luego, en los casos de Químper y León, a la cárcel en medio del repudio, sincero de la opinión pública, y fingido por buena parte de los políticos con quienes habían hecho negocios y amistades.Poco después, fueron capturados los espías que hicieron los seguimientos y grabaciones, mientras el escándalo provocaba también la caída del gabinete ministerial presidido por Jorge del Castillo. Pero las nuevas revelaciones resaltaron todavía más las oscuridades del caso: ¿quiénes encargaron y pagaron el espionaje?, ¿cuál era su objetivo?, ¿qué otros asuntos importantes se descubrieron?, ¿cuál fue la relación con la investigación periodística paralela? La historia subterránea apenas insinuada sugería una guerra comercial de espionaje y contraespionaje que alcanzó, en parte sin querer, los niveles más altos del gobierno aprista. Publicado por primera vez en el 2009, Petroaudios inició una rigurosa investigación periodística, donde Gustavo Gorriti develó detalles sustanciales e ignorados de ese importantísimo caso de corrupción, cuyos ecos resuenan diez años después, como pista o como sugerente similitud, con los casos Lava Jato y Lava Juez